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sábado, 13 de noviembre de 2010

Jakobson: Funciones del Lenguaje


 

Las funciones del lenguaje según Roman Jakobson


Jakobson plantea el modelo de la teoría de la comunicación. Según este modelo el proceso de la comunicación lingüística implica seis factores constitutivos que lo configuran o estructuran como tal.

·                            El emisor Corresponde al que emite el mensaje.

·                            El receptor recibe el mensaje, es el destinatario.

·                            El mensaje es la experiencia que se recibe y transmite con la comunicación.


Pero para que el mensaje llegue del emisor al receptor se necesita además de :
·                            El código lingüístico que consiste en "un conjunto organizado de unidades y reglas de combinación propias de cada lengua natural".
·                            Y por último el canal, que permite establecer y mantener la comunicación entre emisor y receptor.
Este modelo permite establecer seis funciones esenciales del lenguaje inherentes a todo proceso de comunicación lingüística y relacionadas directamente con los seis factores mencionadas en el modelo anterior.

Por lo tanto las funciones del lenguaje son la emotiva, conativa, referencial, metalingüística, fática y poética.

1.- Función emotiva: Esta función está centrada en el emisor quien pone de manifiesto emociones, sentimientos, estados de ánimo, etc.

2.- Función conativa: Esta función esta centrada en el receptor o destinatario. El hablante pretende que el oyente actúe en conformidad con lo solicitado a través de órdenes, ruegos, preguntas, etc.

3.- Función referencial: Esta función se centra en el contenido o “contexto” entendiendo este último “en sentido de referente y no de situación”. Se encuentra esta función generalmente en textos informativos, narrativos, etc.

4.- Función metalingüística: Esta función se utiliza cuando el código sirve para referirse al código mismo. “El metalenguaje es el lenguaje con el cual se habla de lenguaje.

5.- Función fática: Esta función se centra en el canal y trata de todos aquellos recursos que pretenden mantener la interacción. El canal es el medio utilizado para el contacto.

6.- Función poética: Esta función se centra en el mensaje. Se pone en manifiesto cuando la construcción lingüística elegida intenta producir un efecto especial en el destinatario: goce, emoción, entusiasmo, etc.

Por lo tanto, el modelo planteado con anterioridad sobre los factores constitutivos de la comunicación queda relacionado con las funciones del lenguaje de la siguiente manera:


Referencia: Bermeosolo, J; Psicología del lenguaje; Capítulo III: Funciones del lenguaje

lunes, 8 de noviembre de 2010

Benveniste

                                                       Émile Benveniste

Niveles de Análisis:

En un repaso rápido de su teoría, destacamos, en lo referente a las unidades lingüísticas y a la tipología de los estudios lingüísticos 1, su concepción de la lengua como estructura articulada en varios niveles – coincide en esto con el resto de concepciones estructurales -, pero que atiende en su disposición jerarquizada a dos criterios teóricamente inseparables: la forma y el sentido.

         La forma de una unidad se establece en razón de su capacidad de disociarse en constituyentes de nivel inferior: las palabras en morfemas, los morfemas en fonemas, los fonemas en rasgos distintivos o merismas. El sentido de una unidad se define por su capacidad de integrar unidades de nivel superior.

         La unidad oración, en su opinión, se puede segmentar en constituyentes pero no integra unidades de nivel superior. La oración se distingue exclusivamente por disponer de un predicado (categorema en griego, de ahí el nombre de nivel categoremático para el nivel oracional). Sin embargo, los predicados no se oponen a otros predicados; entre ellos puede haber solamente una relación de concatenación. La oración está constituida por signos pero no es un signo que se oponga a otros signos. Los fonemas, los morfemas y las palabras (éstas con mayor dificultad) pueden ser contados, las oraciones no; no es posible hacer un inventario de tipos oracionales. La oración es creación indefinida, variedad sin límite; es la vida misma del lenguaje en acción. Con la oración salimos del dominio de la lengua como sistema de signos y penetramos en otro universo, el de la lengua como instrumento de comunicación cuya expresión es el discurso. La oración es la unidad del discurso. Cuando se la clasifica se atiende a las actitudes discursivas de los hablantes: afirmaciones, interrogaciones, mandatos. Pueden, por consiguiente, establecerse dos lingüísticas diferentes:

a)    La lingüística que estudia la lengua como un sistema de signos.
b)    La lingüística del discurso que estudia la lengua como instrumento de comunicación.

         No es conveniente olvidar que para Benveniste existe prioridad lógica del discurso sobre la lengua: “Nihil est in lingua quod non prius fuerit in oratione”.

         Sin duda, la aportación más importante de Benveniste – tomada como fundamento en algunos modelos pragmáticos – es la que se conoce como teoría de la enunciación 2. Diferencia Benveniste claramente la concepción formal que concibe la lengua como acervo de formas, sometidas a la dialéctica de la paradigmación y la sintagmación, y analiza los componentes estructurales de la lengua de la lengua atendiendo a sus oposiciones y funciones. Mas en esta caracterización no está presente el hablante. Si algo distingue al lingüista francés es el hecho de humanizar, de dar un protagonista claro al análisis estructural (en consonancia con la propuesta posterior de un hablante / oyente ideal de N. Chomsky). Para él las condiciones del empleo de las formas no son las mismas que las condiciones que impone el discurso (las dos lingüísticas ya establecidas). Sin embargo, no hay que olvidar su actitud complementaria, cuando define su postura como “otra manera de ver las mismas cosas”.

         La enunciación es definida como una instancia intermedia entre la lengua (en sentido saussureano) como sistema de signos y el habla (en idéntico sentido) como manifestación expresa de la lengua. Consiste, en principio, en poner a funcionar la lengua por un acto individual de utilización. Es un proceso de apropiación de la lengua por un individuo concreto. La condición específica de la enunciación es el acto mismo de producir un enunciado y no el contenido específico de ese enunciado (distinción importante entre acto y producto resultante, pues, sobre este último trabaja la concepción estructural clásica).

         Antes de la enunciación la lengua no es más que posibilidad de lengua; después de la enunciación la lengua se manifiesta como una instancia de discurso que emana de un locutor. Esta apropiación individual lleva implícita otra de las características esenciales de la enunciación: la instauración del receptor. La enunciación lleva implícita la alteridad, por esa razón su dominio específico es el diálogo. La otra característica esencial de la enunciación – y la más destacada tradicionalmente – es su capacidad (“transparente”) de permitir una relación con la realidad, con el mundo, sustituyendo mediante signos los objetos de percepción y de conocimiento.

         El objetivo principal de Benveniste es el de caracterizar formalmente la instancia de enunciación, descubrir sus huellas, sus manifestaciones explícitas; no se limita a consideraciones de filosofía lingüística. En este sentido, distingue dos tipos de recursos: los calificados como permanentes y los calificados como variables o incidentales. Entre los primeros figuran, en primer lugar, las marcas de persona, ya en su manifestación verbal o pronominal. En segundo lugar, las marcas de tiempo (“el presente” – inexistente para muchos lingüistas – tiene razón de ser como indicador temporal que establece la enunciación y sirve para organizar el tiempo en pasado y futuro); y, en tercer lugar, las marcas de espacio. Las manifestaciones de tiempo y lugar tienen una manifestación gramatical variada (deícticos), siendo su característica principal su significado variable: “yo”, “aquí” y “ahora” cambian su significado denotativo en cada enunciación.
      
   Las otras características variables de la enunciación dependen del deseo de todo sujeto hablante de implicar o influir sobre el interlocutor. Se explican así las diversas intenciones comunicativas: aseverativas (afirmativas y negativas), exhortativas, interrogativas, dubitativas, etc. Estas diversas intenciones suelen explicitarse por medio de los recursos suprasegmentales, por la modalidad verbal (las tradicionales consideraciones del subjuntivo como manifestación del deseo y de la duda) y por el significado de determinados adverbios (“quizás”, “probablemente”, “posiblemente”, etc.).

         Ya hemos señalado que el ámbito propio de la enunciación es el diálogo, pudiendo establecerse dos modalidades diferentes:

a)    Diálogo sin enunciación: disputas por medio de refranes o el llamado “diálogo de besugos”, tan propio del teatro del absurdo.
b)    Enunciación sin diálogo: es el caso del monólogo (aunque casi siempre se instaura al propio yo como interlocutor).

         Benveniste distinguía también entre enunciación oral y enunciación escrita, recuperando para esta última la teoría tradicional de los distintos estilos, como recursos habituales para establecer enunciaciones diferentes de las del sujeto que realmente enuncia.

         En un trabajo anterior 3 utilizaba las nociones de “subjetividad” y “manifestaciones de la subjetividad”, por las de “enunciación” y “aparato formal de la enunciación”. Además de los recursos permanentes (persona, tiempo y lugar), apuntaba también el papel especial de los que denominaba verbos de palabra (jurar, prometer, garantizar, certificar…), capaces de no describir o referenciar un proceso de la realidad (como ocurre cuando se los utiliza en tercera persona), sino que utilizados en primera persona tienen como característica última la de crear el acto mismo, son en sí mismos el juramento, la promesa, la certificación, etc. Este tipo de actos enunciativos fueron postulados por Benveniste – como él mismo reivindica – antes que el filósofo Austin 4 distinguiera entre enunciados constatativos (los que designan o describen una determinada realidad) y enunciados performativos o realizativos (los que instauran el acto mismo de comunicación).

         Benveniste y Austin coinciden en la misma actitud de fondo: la rotura con una concepción exclusivamente transparente o representativa del lenguaje humano y la propuesta de una concepción reflexiva u opaca, pero se diferencian en el alcance lingüístico que asignan a esa nueva concepción. Benveniste 5 se distancia de Austin cuando insiste en la necesidad de reforzar las manifestaciones formales de la instancia de enunciación. Establece los siguientes casos:

a)    Los saludos y las formas de cortesía que por su reducción formal esconden su primitivo sentido performativo.
b)    Propiamente performativos serían aquellos enunciados con verbos de declaración o de deseo conjugados en presente y primera persona: “ordeno que…”, “mando que…”, “proclamo electo a B”, “yo te bautizo”, etc.; debiendo el sujeto hablante estar dotado de la autoridad jurídica o moral necesaria para hacer efectivos esos actos. Son excepción formal, pero tienen naturaleza de acto performativo, las formulaciones jurídico – políticas en tercera persona.

         Benveniste, sin embargo, niega carácter performativo a las construcciones en imperativo y a determinadas fórmulas que suelen utilizarse en anuncios públicos (“Atención: perro”), ya que, en su opinión, la naturaleza performativa de un enunciado no tiene nada que ver con su efecto en la conducta del receptor.

         De cualquier forma, ha sido la posición de Austin 6, sobre todo, por la difusión y amplia crítica que de ella ha hecho J. Searle 7, la que ha terminado generalizándose. El filósofo del lenguaje ordinario distingue entre:

a)      Acto performativo explícito: coincide con la tipología de performativos establecida por Benveniste.
b)      Acto performativo implícito: concede este carácter a los imperativos y a las fórmulas de prohibición a advertencia señaladas.

         Con esta distinción deja de tener sentido la diferencia entre constatativo y performativo. No existe ningún enunciado que no sea un acto, que no se presenta explícita o virtualmente como tal. Los enunciados que antes se consideraban constatativos se revelan como otro tipo implícito de enunciado performativo: la aserción. Todos los enunciados son, pues, tipos particulares de enunciados performativos. Por esta razón Austin termina distinguiendo en todo enunciado dos instancias:

a)    Locucionaria: lo que se dice (el contenido preposicional) en un enunciado.
b)    Ilocucionaria: la diferente modalidad o intención comunicativa del sujeto hablante.

         En la actualidad, por desgracia, son los planteamientos austinianos desarrollados por Searle los que han terminado imponiéndose, si exceptuamos la continuación de la obra de E. Benveniste en el grupo francés de análisis del discurso encabezado por Culioli 8.

1 E. BENVENISTE: “Los niveles del análisis lingüístico”, en Problemas de lingüística general, I, Siglo XXI, México, 1974 (4ª edc.), pp. 118 – 130.
2 E. BENVENISTE: “El aparato formal de la enunciación”, en Problemas de lingüística general, II, Siglo XXI, México, 1979, (3ª edc.), pp. 82 – 91.
3 E. BENVENISTE: “De la subjetividad en el lenguaje”, en Problemas de lingüística general, I, o. c., pp. 179 – 187.
4 J. L. AUSTIN: Ensayos filosóficos, Revista de Occidente, Madrid, 1975.
5 E. BENVENISTE: “La filosofía analítica y el lenguaje”, en PLG, I, o. c., pp. 188 – 197.
6 J. L. AUSTIN: Cómo hacer cosas con palabras. Palabras y acciones, Paidós, Barcelona, 1982.
7 J. R. SEARLE: Actos de habla. Ensayo de filosofía del lenguaje, Cátedra, Madrid, 1980.
8 D. GAMBARARA: “Segno e soggetto da Benveniste alla semiologia francese contemporanea”, en Lingua, discorso, società, AAVV, Pratiche Editrice, Parma, 1979, pp. 5 – 33.

Extraído de: http://www.um.es/tonosdigital/znum7/peri/peri.htm

Jakobson

 

Las funciones del lenguaje según Roman Jakobson


Jakobson plantea el modelo de la teoría de la comunicación. Según este modelo el proceso de la comunicación lingüística implica seis factores constitutivos que lo configuran o estructuran como tal.



·                            El emisor Corresponde al que emite el mensaje.

·                            El receptor recibe el mensaje, es el destinatario.

·                            El mensaje es la experiencia que se recibe y transmite con la comunicación.

Pero para que el mensaje llegue del emisor al receptor se necesita además de :
·                            El código lingüístico que consiste en "un conjunto organizado de unidades y reglas de combinación propias de cada lengua natural".
·                            Y por último el canal, que permite establecer y mantener la comunicación entre emisor y receptor.
Este modelo permite establecer seis funciones esenciales del lenguaje inherentes a todo proceso de comunicación lingüística y relacionadas directamente con los seis factores mencionadas en el modelo anterior.

Por lo tanto las funciones del lenguaje son la emotiva, conativa, referencial, metalingüística, fática y poética.

1.- Función emotiva: Esta función está centrada en el emisor quien pone de manifiesto emociones, sentimientos, estados de ánimo, etc.

2.- Función conativa: Esta función esta centrada en el receptor o destinatario. El hablante pretende que el oyente actúe en conformidad con lo solicitado a través de órdenes, ruegos, preguntas, etc.

3.- Función referencial: Esta función se centra en el contenido o “contexto” entendiendo este último “en sentido de referente y no de situación”. Se encuentra esta función generalmente en textos informativos, narrativos, etc.

4.- Función metalingüística: Esta función se utiliza cuando el código sirve para referirse al código mismo. “El metalenguaje es el lenguaje con el cual se habla de lenguaje.

5.- Función fática: Esta función se centra en el canal y trata de todos aquellos recursos que pretenden mantener la interacción. El canal es el medio utilizado para el contacto.

6.- Función poética: Esta función se centra en el mensaje. Se pone en manifiesto cuando la construcción lingüística elegida intenta producir un efecto especial en el destinatario: goce, emoción, entusiasmo, etc.

Por lo tanto, el modelo planteado con anterioridad sobre los factores constitutivos de la comunicación queda relacionado con las funciones del lenguaje de la siguiente manera:

Referencia: Bermeosolo, J; Psicología del lenguaje; Capítulo III: Funciones del lenguaje

Sapir-Whorf y el Relativismo Lingüístico

        
                                                  Whorf                                                 Sapir

Sapir y Whorf, cada uno por su lado e influyéndose mutuamente, alegaban que no solamente cada lengua tiene su propia organización gramatical, sino que cada lengua organiza el conocimiento acerca del mundo de una manera absolutamente incomparable. No solamente difícil de comparar desde el punto de vista analítico o formal, sino conceptualmente incomparable. Ellos decían que cada cultura organiza el mundo en función de sus categorías lingüísticas, y en la medida en que estas organizaciones o categorías lingüísticas difieren, difieren también las concepciones del mundo que articulan el conjunto de la cultura. Sapir, siguiendo a Boas, aseguraba que las diferentes culturas (en razón de sus idiosincrasias lingüísticas) viven en diferentes mundos, y no en el mismo mundo rotulado de distinta manera.

Uno de los corolarios de esta postura es que la traducción de las lenguas es prácticamente imposible, y en consecuencia también es imposible la comprensión o la explicación de una cultura en términos que no sean emergentes de la lengua que la articula, que la vertebra o que la ordena. No solamente entonces las lenguas son incomparables e intraducibles, sino que hasta cierto punto las culturas también lo son. Esto lleva bastante lejos el principio boasiano del particularismo cultural.

Para comprender cabalmente una cultura, entonces, hay que hablar la lengua que la organiza, hay que ser prácticamente un actor nativo, hay que ser literalmente miembro de esa cultura. Un antropólogo munido de categorías analíticas elaboradas en la tradición académica de occidente, no podría describir una cultura de manera correcta y mucho menos explicarla, según estos autores.

Vemos en principio que ellos identifican lenguaje con pensamiento, y el pensamiento con lo que es la cultura. Mientras que para algunos antropólogos la cultura es un conjunto de elementos que incluye instituciones, técnicas y recursos materiales, que tiene que ver con el ámbito ecológico, que a su vez incluye tecnologías, para los autores que estamos viendo la cultura se restringe a lo expresable a través de una lengua que no se puede traducir. Estos autores son alumnos de Boas, están estrechamente relacionados con él, como mentor o como líder de todo este movimiento particularista e idealista que, con variadas renovaciones, dura hasta la actualidad.

ELEMENTOS DE LINGUISTICA Y SEMIOTICA
Prof. Carlos Reynoso
2007

domingo, 7 de noviembre de 2010

El Signo en el Tiempo

                                                        "Esto no es una pipa" Magritte

El Signo en el Tiempo:

ANTIGÜEDAD:

Los griegos de la antigüedad daban diverso significado al término “signo”. El médico Hipócrates para referirse a los “síntomas” de una enfermedad los llamaba “semeion” (signos); Parménides llamaba “signos” a las pruebas de verificación de algún hecho.

Platón:

Para Platón la mente conoce mediante la reminiscencia de las cosas que el alma había olvidado. Los objetos del mundo son estímulos sensoriales que nos ayudan a reconstruir la verdad a través del recuerdo (Mito de la Caverna).
El mundo trascendental de las ideas es la realidad superior y verdadera. Las palabras no son las cosas, sino que están en lugar de.

Aristóteles: (320 a.C.)

Para Aristóteles es posible conocer la verdad, con mayor o menor acercamiento. Las palabras sirven para darles nombres a las cosas, están en lugar de las cosas. Por eso las palabras no son signos sino símbolos, es decir, cumplen con la función de ser marcas para que la mente reconozca algo. Aristóteles establece la distinción entre signo lingüístico, mente (alma o razón) y realidad representada por el signo.

Para Aristóteles los signos pueden ser de diversas clases (signos, símbolos, indicios). Las palabras son símbolos convencionales (no son verdaderos ni falsos). Una palabra (significante) no tiene ningún significado, sólo adquiere uno cuando se convierte en símbolo: el significado que la convención establece (arbitrariedad).

Los estoicos:

Fueron los primeros en establecer las diferencias entre signo-significante-significado, anticipándose a la ligüística contemporánea.
Para ellos el signo es biplánico (contenido-expresión) que se refiere a una realidad distinta: el referente.

La Edad Media:

San Agustín: (354-430)

En el lenguaje humano verbal se hacen presente tres elementos: la “locución” (palabra proferida con
voluntad de significar algo); la “palabra interior” (que expresa la vida del alma), y la “fuerza recursiva” (representación mental de la cosa aludida).
Agustín distinguió entre signos naturales y signos convencionales. Natural es, por ejemplo, el humo, pues indica fuego. Convencional es la lengua o los gestos.


Tomás de Aquino: (1225-1274)

Las palabras son vehículo de acceso al conocimiento de la realidad. Para él signos son no sólo las palabras, sino también el brote de las plantas (que anuncian la primavera), el rubor del rostro (que indica vergüenza); pero signo por excelencia son las palabras. No son sólo sonido, sino también palabras (conceptos): “Lo hablado es un signo audible de un concepto interior”.

Guillermo de Ockham: (1280-1349)

Para Ockham la realidad sólo es particular e individual, y lo que llamamos ideas universales sólo son nombres (nominalismo), pues no hay esencias específicas universales de los objetos. Los signos son ante todo términos mentales necesarios para comprender la realidad y comunicarnos. Todo término mental es una creación del alma (mentalismo).

Fray Juan de Santo Tomás: (1589-1644)

El signo contiene dos facetas: una instrumental, porque es un medio y vehículo de comunicación, con una dinámica dirigida a los procesos de interacción; y otra faceta interior: formal y cognitiva, ya que el signo sirve para dirigir la mente al conocimiento de las cosas, permitiendo una mejor adaptabilidad al mundo. Son los signos los que nos facultan realizar en forma indirecta esas tareas, por la índole de mediación que poseen (ver Bloomfield).

SIGLOS XVII Y XVIII:

Descartes y Port-Royal:

Port-Royal aplicó el sistema cartesiano de las ideas innatas –es decir, de la presencia a priori de conceptos en la mente- al estudio de las lenguas. Las ideas tienen primacía por encima de la experiencia, por tanto el concepto es más importante que las cosas a las cuales ellas se refieren. El referente de los signos se diluye en la incertidumbre propia de todos los seres materiales. Todos los procesos lingüísticos y semióticos tienen un carácter de categorías mentales.
Los lingüistas de Port-Royal distinguen entre gramática general (aplicable a todas las lenguas), y gramática particular (aplicable a una sola). Poseen la idea de un código universal común a priori, en relación con las diversas construcciones lingüísticas. El lenguaje es un reflejo del pensamiento, y las leyes del pensamiento, son iguales en todas las personas. Los signos se crean a partir de una estructura profunda de la mente, y expresan el significado de una forma común en todas las lenguas. Las lenguas tienen su fundamento en una serie de nociones que se presuponen generales a toda la especie humana, y que permiten construir gramáticas que traducen esa estructura común y natural del funcionamiento mental del ser humano (compararlo con Chomsky).

Tomás Hobbes: (1588-1679)

Las palabras son propiamente signos de las ideas antes que de las cosas. Cualquier signo que se forma en nuestra mente tiene su origen en la experiencia. Las ideas universales no son más que palabras (nominalismo). Las palabras son signos de los conceptos que sirven para conservar los pensamientos en la memoria y comunicarlos a los demás.

 John Locke: (1632-1704)

Cualquier forma del conocimiento proviene de la experiencia, no de alguna idea innata. La mente humana conoce mediante las ideas, que son intermediarias entre la realidad objetiva y la conciencia. Las ideas son los primeros signos que disponemos para conocer las cosas. Las palabras también son signos que nacen de las “ideas sensibles”. Las palabras (sonidos), al nombrar las cosas, son imperfectas, porque se relacionan con las ideas de modo arbitrario (compararlo con Saussure).

George Berkeley: (1685-1753)

No existen los conceptos universales. Las ideas generales no son sino la suma de propiedades y de conceptos particulares (nominalismo). Los signos no desempeñan un rol intermediario entre la realidad y nuestra mente, porque las cosas son nuestras mismas percepciones y las palabras sólo están para nombrar a éstas.

Dionise Diderot: (1713-1784)

El lenguaje verbal distorsiona de alguna manera la realidad, pues se desarrolla en una sola dimensión de duración temporal. En cambio los ademanes y los gestos se realizan según las tres dimensiones, propias del mundo, por lo que tienen más fuerza en la comunicación.

Wilhelm von Humboldt: (1767-1835)

Consideraba a la lengua como un mundo autónomo, sin relación alguna con una supuesta matriz universal, aunque la capacidad para producir signos lingüísticos la tienen todos los pueblos. Cada lenguaje es un sistema único e individual, los signos y los sonidos verbales carecen de sentido, sólo lo adquieren una vez que entran a formar parte de una estructura idiomática, gracias a la función del pensamiento y la mente humana que es capaz de construir reglas y gramáticas. Una lengua está constituida por una estructura general (dada por la mente) y por una forma individual (dada por cada individuo).
Las lenguas son dinámicas y están en continua evolución, porque dependen del espíritu humano que permanentemente va formando léxicos, reglas sintácticas y semánticas. La lengua es un fenómeno histórico, tiene un devenir que depende de la mentalidad y de la sensibilidad de cada pueblo, no hay que buscar en ella formas o esquemas universales.

Resumen hecho del libro de: Victorino Zecchetto: “La danza de los signos”

Conceptos Generales



OBJETO DE LA LINGÜÍSTICA

  La lingüística tiene un doble objeto de estudio:

-       es ciencia del lenguaje,
-       es ciencia de las lenguas.

EL LENGUAJE  (Diccionario de filosofía. Ferrater Mora. Tomo II, pág. 31. Edit. Sudamericana).

  Los presocráticos y muchos pensadores griegos equipararon de algún modo “Lenguaje” y “Razón”. Ser un “ser racional” significaba ser un ente capaz de hablar y al hablar, reflejar el universo. Con lo cual el universo podía hablar de sí mismo a través del hombre.
  El lenguaje es o un momento del logos  o el logos mismo.
  Heráclito y Parménides, tan distintos uno del otro, coincidían en que el lenguaje es un aspecto de la realidad: la realidad hablante. El lenguaje es el lenguaje del ser.
  Los sofistas examinaron el lenguaje desde el punto de vista gramatical como retórico y “humano”. Examinaron en qué medida y hasta qué punto los nombras del lenguaje son o no convencionales. La mayoría propugnaba una doctrina convencionalista del lenguaje y de los nombres. Los nombres son convenciones establecidas por los hombres con el fin de “entenderse”.
  Cratilo, en el diálogo de Platón, defiende la doctrina de que los nombres están naturalmente relacionados con las cosas. Hermógenes, su interlocutor, de que los nombres son convenciones.
  Con respecto a Aristóteles, ver más adelante “Gramática especulativa”.
  Durante la Edad Media las cuestiones relativas al lenguaje fueron tratadas dentro de las investigaciones lógicas, sobre todo en la doctrina de los universales y, sobre todo, de la gramática especulativa y los modi significantdi. En esta época hubo numerosas investigaciones sobre el lenguaje, pero no hubo una filosofía del lenguaje.
  En la Edad Media hubo dos actitudes respecto al lenguaje: una actitud de confianza en el lenguaje (y en su poder lógico) y una actitud de desconfianza hacia el lenguaje. La primera está representada por los racionalistas y la otra por los empiristas.
  Para los empiristas el lenguaje es fundamental para el pensamiento pero al cual hay que someterlo a crítica, pues no porque haya una expresión en el lenguaje, hay una realidad designada por ese término o expresión.
  Para los románticos el lenguaje había que estudiarlo desde el modo o modos en que surgen en una sociedad a lo largo de la historia, pues es uno de los elementos constitutivos de la realidad social e histórica humana y no sólo como un tema de investigación gramatical, semiótica o lógica (Herder, Vico).
  En el siglo XX se considera la crítica del lenguaje, el análisis del lenguaje, como la ocupación principal, sino la única, de la filosofía.

LA GRAMÁTICA ESPECULATIVA (idem. Tomo I, pág. 775)

  Desde la antigüedad (sofistas, Platón en el Cratilo, etc.) los filósofos se han cuestionado sobre asuntos gramaticales.
  En Aristóteles (Categoriae) es difícil ver la línea divisoria entre lo gramatical y lo lógico, o entre cualquiera de los anteriores y lo ontológico. Las categorías aristotélicas aparecen como modos de articular la realidad y modos de clasificar términos en el lenguaje.
  La gramática especulativa nace con Pedro de Helia (Siglo XII). Utilizó en sus escritos las obras de Aristóteles fundiendo los motivos gramaticales con los motivos lógicos.
  Por ser el centro de su estudio los modi significandi se llamó a sus seguidores los modisti. Los modi significandi se distinguían de los modi essendi, objeto de la metafísica, y de los modi intelligendi, objeto de la lógica.
Estos trabajos fueron aumentando con el correr de los tiempos pero su finalidad no era siempre clara, aunque se orientaban con mucha frecuencia hacia un análisis racional del lenguaje, y en general, de todo sistema de signos.
  En el Siglo XVIII era muy común investigar la cuestión de la estructura general de los lenguajes. Era también muy común suponer que todos los lenguajes poseen una lógica común (que es la gramática universal o gramática filosófica) y que esta lógica común, debidamente purificada, es equivalente a la ciencia en tanto que lenguaje bien hecho.
  La gramática (como gramática universal equivalente a la gramática especulativa) puede ser considerada como una ciencia normativa de todos los lenguajes y medios de expresión.
  En la gramática especulativa, los modos pueden ser:

Modi significandi, por ejemplo, el nombre. Corresponde a la semántica actual o semiótica.
Modi intelligendi, o modos de conocer. Corresponde a la lógica.
Modi essendi, o modos de ser. Corresponde a la ontología.

  EL DESCRIPTIVISMO (idem. Tomo I, pág. 425)

  Se describe lo que no puede definirse, agotando en la descripción todas las notas esenciales.
  Junto con la definición, la demostración y la explicación, la descripción es una operación cognitiva.
  La descripción es la pura y simple indicación de lo que aparece en una cosa, de las notas que por sí mismas se revelan de algo. La descripción necesita una enumeración ideal completa.
  Hay ciencias que no son reductibles a una explicación mecánica, como la historia, o las llamadas ciencias del espíritu. De ahí que se hable de ciencias descriptivas opuestas a las ciencias explicativas, como la física. La diferencia fundamental entre ambas ciencias es que las ciencias explicativas intentan saber algo mientras que las ciencias descriptivas intentas saber acerca de algo.

EL FUNCIONALISMO (idem. Tomo I, pág. 731)

  De un modo muy general ha sido utilizado el término función por varios filósofos para expresar el modo de comportarse una realidad o haces de relaciones.
  Función, para muchos, se opone a sustancia. Para otros, la función es el fundamento de la sustancia y viceversa. Así, la función puede ser considerada como función de una sustancia.
  Muy frecuente ha sido en la época moderna la tendencia hacia lo que puede calificarse de primado de la función sobre la sustancia. Se ha hablado de un funcionalismo, enemigo del sustancialismo, y paralelo a la afirmación del primado de lo dinámico sobre lo estático y del devenir sobre el ser.
  Lo característico de estas tendencias ha sido el considerar que un conjunto dado está constituido no por cosas (sustancias en general), sino por funciones, de tal modo que toda realidad es definida por la función que ejerce.

EL FORMALISMO (idem. Tomo I, pág. 719)

  Se da el nombre de formalismo a cierta dirección de la estética y de la crítica literaria en la que sus teóricos afirman que la comprensión de la obra de arte no requiere el auxilio de la psicología, de la sociología, de la historia, y de ninguna ciencia que se refiera al artista mismo, al contemplador o a la situación social o histórica de ambos. La obra de arte es un lenguaje que posee su propia autonomía y que puede examinarse internamente.
  En un principio se atuvieron sólo a las relaciones sintácticas, pero en una segunda etapa se interesaron cada vez más por los aspectos semánticos. Al pasar de la dimensión sintáctica a la semántica los formalistas descubrieron que lo característico del lenguaje artístico no es su ausencia de significado, sino la multiplicidad  de ellos. (Ver “Obra literaria”).
  El marxismo ha combatido el formalismo artístico al cual opusieron el realismo social, porque, para ellos, el formalismo caracteriza la cultura occidental y burguesa y es el resultado de una desvitalización que se opone a considerar la realidad social a la luz del desenmascaramiento ideológico propugnado por el marxismo.

OBRA LITERARIA (idem. Tomo II, pág. 315)

  La obra literaria puede examinarse desde diversos puntos de vista. Pero principalmente de dos: el antropológico y el lingüístico.
   Desde el punto de vista lingüístico, hay dos orientaciones: el lenguaje llamado cognoscitivo, propio de la obra científica, y el lenguaje llamado emotivo, propio de la obra literaria o artística. He aquí sus diferencias:
1)    El lenguaje cognoscitivo, es llamado  también: indicativo, enunciativo, referencial y hasta simbólico. El lenguaje emotivo es llamado también: evocativo, lírico o poético. El lenguaje cognoscitivo tiene una función informativa, el emotivo una función expresiva.
2)    En el lenguaje cognoscitivo la forma puede ser separada del contenido, mientras que en el lenguaje emotivo forma y contenido son lo mismo.
3)    El lenguaje cognoscitivo es reversible, el lenguaje emotivo es irreversible.
4)    El lenguaje cognoscitivo enuncia de algo si existe o no o se es o no de un cierto modo y por eso sus enunciados son verdaderos o falsos. En el lenguaje emotivo es indiferente la verdad o la falsedad.
5)    El lenguaje cognoscitivo es un lenguaje abierto, susceptible de rectificación, de acuerdo con las observaciones. El lenguaje emotivo es un lenguaje cerrado: la obra de arte es inmodificable y forma un universo aparte una vez terminada.

  Puesto que el lenguaje poético es acabado en sí mismo, su estudio consiste esencialmente en el análisis de sus estructuras fácticas (Pius Servien). Según esta posición, el lenguaje poético debería ser estudiado como si sus expresiones carecieran de significación y, por lo tanto, de dimensión semántica. Pero se ha advertido que la dimensión semántica no solamente no puede ser eliminada de la poesía, sino que constituye su característica más destacada. Esto quiere decir que una expresión poética en vez de no decir nada dice, por el contrario, muchas cosas.
  Esto es, fundamentalmente porque el lenguaje poético es primordialmente implícito en tanto que el lenguaje científico es explícito. (Ver “Formalismo”).

LA PRAGMÁTICA (idem. Pág. 463)

  La pragmática consiste en el estudio de la relación existente entre los signos y los sujetos que usan los signos.
  Morris la define como “aquella parte de la semiótica que trata del origen, usos y efectos producidos por los signos en la conducta dentro de la cual aparecen”. Es una concepción behaviorista de la pragmática.
  Según Martin, hay distintos niveles de pragmática:

1.     el estudio de ciertas relaciones entre la expresión de un lenguaje y quienes lo usan (relaciones como aceptación, aserto, formulación y creencia);
2.     el estudio que tiene en cuenta las acciones y la conducta de quienes usan los signos como respuesta a estímulos lingüísticos;
3.     el estudio que tiene en cuenta varias características sociales del lenguaje.

LOS ACTOS DE HABLA (idem. Tomo I. pág. 505)

  El término performative se traduce por ejecutivo, y el término performative utterances por expresiones ejecutivas.
  Austin distingue entre ejecutivo y constativo.
  Las expresiones cosntativas hacen constar algo determinado, que puede ser verdadero o falso.
  Las expresiones ejecutivas se caracterizan porque las personas que las usan hacen algo (ejecutan algo) al usarlas en vez de decir meramente algo. Por ejemplo:

expresión ejecutiva: “Me disculpo”. “Te bautizo con el nombre de…” “Lo prometo”, que pueden ser verdaderas o falsas.
Estas expresiones requieren para ser aceptadas como tales el pronunciarse dentro de ciertas circunstancias y convenciones. Las expresiones ejecutivas pueden ser “felices” o “infelices”, dependiendo de si se cumplen las condiciones antes mencionadas.
Otras expresiones ejecutivas son las de modo impersonal en las que ese anuncia o se prohíbe  algo. Por ejemplo:

“Se prohíbe arrojar papeles”, es ejecutivo porque la expresión es a la vez ejecución del acto de prohibición.
  Las expresiones constativas pueden ser verdaderas o falsas.
  Acto elocucionario es la ejecución de un acto al decir algo, en contraste con la ejecución del acto de decir algo. Por ejemplo:

-          Acto elocucionario: “Arguyo que…”
-          Acto locucionario: “Dijo que…”
-          Acto perlocucionario: “Me convenció de que…”

  Austin se ha ocupado de:

1.     la dimensión de “felicidad-infelicidad”.
2.     una fuerza elocucionaria.
3.     la dimensión de verdad-falsedad.
4.     un significado locucionario (significación y denotación).

LA SEMIÓTICA (idem. Tomo II. Pág. 637)

  En la antigüedad el término designaba la parte de la medicina que interpretaba los signos de las enfermedades (sintomatología, diagnóstico y terapéutica).
  Actualmente, semiótica designa la ciencia general de los signos.
  Morris considera que hay dos tipos de semiótica: la mentalista (psicológica), según la cual el intérprete del signo es el espíritu y el interpretante es un concepto; y la conductista, según la cual el intérprete es un organismo y el interpretante es una secuencia conductista (beheviorista).
  La semiótica se divide en tres partes:

1.     la sintaxis, que se ocupa de los signos con independencia de lo que designan y significan. Es el estudio de las relaciones de los signos entre sí.
2.     la semántica, que se ocupa de los signos en relación con los objetos designados.
3.     la pragmática, que se ocupa de los signos en su relación con los sujetos que los usan.

  Esta división se explica porque los metalenguajes tienen tres dimensiones: la sintáctica, la semántica y la pragmática.
  La separación entre semántica y pragmática no está bien definida.
  Se distinguen, también, dos semióticas:
1.     la semiótica lógica,
2.     la semiótica no lógica, o estética.

EL SIGNO:

  La palabra signo proviene del griego   shmeion, que significa señal (verbal) que representa algo (o que está en lugar de algo).
  Símbolo es una clase de signo. Los símbolos son signos no naturales. Tienen un carácter social, colectivo (por ejemplo: una bandera nacional).
  En cuanto al término señal, es sinónimo de signo.
  Según Carnap, hay tres tipos de signos:

1.     signos índices: tienen una conexión causal. Por ejemplo: el humo como signo de fuego.
2.     signos icónicos: similidad del signo con lo significado. Por ejemplo: una fotografía.
3.     símbolos: la coordinación del signo con el objeto es convencional. Por ejemplo: La lengua.

LA SEMÁNTICA:

  Según Tarski, la semántica es una disciplina que trata de ciertas relaciones entre las expresiones de un lenguaje y los objetos a los cuales se refieren tales expresiones. Como la semiótica es un metalenguaje, es una de las dimensiones de la semiótica.

METALENGUAJE (idem. Tomo II. Pág. 193)

  Hay que distinguir entre el lenguaje dado y el lenguaje de este lenguaje.
  El lenguaje dado es el llamado lenguaje objeto. El lenguaje del objeto lenguaje es llamado metalenguaje.
  El metalenguaje es el lenguaje en el cual se habla de un objeto lenguaje. El objeto lenguaje es el lenguaje acerca del cual habla el metalenguaje.
  El objeto lenguaje es inferior al metalenguaje en cuanto a la posición de un lenguaje. Por ejemplo:

“Los cuerpos se atraen en razón directa de sus masas e inversa al cuadrado de las distancias”, es verdadero.
“Los cuerpos se atraen en razón directa de sus masas e inversa al cuadrado de las distancias” es una expresión que pertenece al objeto lenguaje de la física, y “es verdadero”, es una expresión que pertenece al metalenguaje del objeto lenguaje de la física. (Porque, en las ciencias, todo enunciado es verdadero o falso).

Escuela Normal Prof. Víctor Mercante

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