La Poética no tiene porqué estar supeditada a la Linguística , como quería Jakobson. La Linguística pertenece a la Semiología, como lo enunció Saussure. La poética a la Estética. Sin ser antitéticas. No son miméticas. En un trabajo de investigación en el que trato del desfase que ha significado y significa el mantener unidas, en el ámbito de la educación, a dos disciplinas educativas en esencia distintas como son la lengua y la literatura, indico ahí que esa confusión es muy antigua (puede rastrearse hasta en los escritos del romano-español Quintiliano. Pero, en ese trabajo del que aquí hago un extracto, digo que se tuvo que esperar hasta comienzos del siglo para que eso encontrara justificación “científica”.
Roman JAKOBSON, el teórico más importante y, por ende, influyente de esa pseudo-ciencia llamada formalismo, en la segunda mitad del siglo XX, fue quien dio carta de ciudadanía a la fusión de la lengua y la literatura al estatuir de manera específica que la poética es parte de la lingüística. Y es tal la magnitud del prestigio adquirido por el formalismo (haciendo pareja con JAKOBSON) que Emil VOLEK, en un sugerente ensayo titulado “Paradojas del formalismo ruso y de su herencia”, dice:
Si reflexionase sobre sus raíces, el inquieto Fausto de la teoría literaria moderna llegaría infaliblemente a la conclusión de que en el principio era... el Formalismo Ruso.1
Pero, reiteramos, esa importancia se dio, especialmente, a partir de la aparición del ensayo “Lingüística y poética” de JAKOBSON, y, por eso, vamos a hacerle aquí algunas observaciones críticas. En dicho trabajo, JAKOBSON prescribe la siguiente “sentencia”, que sirvió para canonizar la fusión aludida:
Se me ha pedido que hable sucintamente de poética y de su relación con la lingüística. El primer problema de que la poética se ocupa es: ¿Qué es lo que hace que un mensaje verbal sea una obra de arte? Toda vez que el objeto principal de la poética es la differentia specifica del arte verbal en relación con las demás artes y otros tipos de conducta verbal, la poética está en el derecho de ocupar un lugar preeminente en los estudios literarios. La poética se interesa por los problemas de la estructura verbal, del mismo modo que el análisis de la pintura se interesa por la estructura pictórica. Ya que la lingüística es la ciencia global de la estructura verbal, la poética puede considerarse como parte integrante de la lingüística.2
Observemos, en principio, que la famosa pregunta de JAKOBSON para determinar lo esencial de la poética, es casi una paráfrasis del planteamiento hecho por SAUSSURE para definir la tarea esencial de la lengua; dice SAUSSURE:
Tarea del lingüista es definir qué es lo que hace de la lengua un sistema especial en el conjunto de los hechos semiológicos. (Op. cit., p. 60).
Pero hay que hacerle justicia al ilustre ginebrino, SAUSSURE, porque él –a diferencia de JAKOBSON– había roto lanzas en favor de la autonomía de la lingüística, una autonomía que le había sido negada -decía el maestro- porque “hasta ahora, casi siempre se la ha encarado en función de otra cosa, desde otros puntos de vista.”3 Es decir que, hasta antes de SAUSSURE se estudiaba a la lingüística considerándola como subalterna de la sociología, de la psicología, la fisiología, etc. Desde la perspectiva saussureana se trataba de “asignar a la lingüística un puesto entre las ciencias”, y concluía diciendo que eso se había logrado al “haberla incluido en la semiología” (ibídem), es decir, que mientras se le asignaba un objeto de estudio específico: la lengua, como parte del lenguaje, y se establecía su independencia básica, asimismo, se la hacía participar dentro de una ciencia mayor, la semiología, cuyo objeto de estudio es, precisamente, el lenguaje. Y, por ello, Saussure concluía diciendo: “Las leyes que la semiología descubra serán aplicables a la lingüística” (op. cit., p. 60), mas no por eso ésta dejaría de ser autónoma.
Es más SAUSSURE fue uno de los primeros que se preocupó por establecer la diferencia que hay entre los estudios lingüísticos y los estudios literarios. Él fue uno de los primeros en reconocer que “... la lengua no es una entidad y no existe más que en los sujetos hablantes.” (p. 45). Es clara en esta cita la alusión a la literatura, aunque se deba decir que “por ausencia”, porque obviamente la literatura sí es una entidad. Desde muy antiguo, los teóricos del arte y la literatura asignan a los productos artísticos esa cualidad entitativa, es decir, consideran que toda obra de arte se constituye en una “nueva realidad”, que –en el caso de la literatura- da lugar a una realidad, o que existe en el poema u obra literaria, que es su entidad.4
Y esa diferenciación entre lengua y literatura -que de manera reiterativa hace Saussure- la plantea desde un primer momento, cuando hace la historia de la lingüística y refiere que, en uno de los primeros momentos de esa evolución histórica, la lengua se vio incluida como objeto de estudio de la filología, pero precisa que:
La lengua no es el único objeto de la filología, que quiere sobre todo fijar, interpretar, comentar los textos; este primer estudio la lleva a ocuparse también de la historia literaria, de las costumbres, de las instituciones, etc.; en todas partes usa el método que le es propio, que es la crítica. (p. 39).5
Preocupado, pues, SAUSSURE por establecer esa diferencia, concluye diciendo que “... la crítica filológica (...) se atiene demasiado servilmente a la lengua escrita y olvida la lengua viviente.” (p. 40), con lo que vuelve a establecer la oposición con la literatura -aunque siempre en ausencia- ya que ésta se desarrolla en la escritura y no en el habla. Y SAUSSURE es drástico sobre el particular: “Lengua y escritura son dos sistemas de signos distintos -dice-; la única razón de ser del segundo es la de representar al primero.” (p. 72). “En cuanto a la filología –concluye SAUSSURE-, ya hemos llegado a un acuerdo seguro: es netamente distinta de la lingüística, a pesar de los puntos de contacto de las dos ciencias y de los servicios mutuos que se prestan.” (p. 47). Pero el cuidado que pone SAUSSURE en marcar la diferencia se da, justamente, cuando incide en las manifestaciones fácticas de ambas disciplinas, sintiendo que la importancia de oralidad de la lengua se ve menoscabada con la escritura literaria. Dice:
La lengua literaria agranda todavía la importancia inmerecida de la escritura. Tiene sus diccionarios, sus gramáticas; según los libros y con libros es como se enseña en la escuela; la lengua aparece regulada por un código; ahora bien, ese código es a su vez una regla escrita, sometida a un uso riguroso: la ortografía; eso es lo que confiere a la escritura una importancia primordial. Se acaba por olvidar que se aprende a hablar antes que a escribir, y la relación natural queda invertida. (p. 74).
Por eso reconoce SUSSURE que hay un punto importante que debe tocar la lingüística: “Las conexiones de la lengua con las instituciones de toda especie, la Iglesia , la escuela, etc.” Y ¿por qué hace esta atingencia? Porque dice que estas instituciones:
están íntimamente ligadas con el desarrollo literario de una lengua, fenómeno tanto más general cuanto que él mismo es inseparable de la historia política. La lengua literaria sobrepasa por todas partes los límites que parece trazarle la literatura: piénsese en la influencia de los salones, de la corte, de las academias. Por otra parte, aquí se plantea la gran cuestión del conflicto que se alza entre la lengua literaria y los dialectos locales (ver pág. 311 y sig.); el lingüista debe también examinar las relaciones recíprocas de la lengua de los libros y de la lengua corriente; pues toda lengua literaria, producto de la cultura, llega a deslindar su esfera de existencia de la esfera natural, la de la lengua hablada. (p. 68).6
Pero “Todavía hay más” –dice Saussure-: “la unidad lingüística puede ser destruida cuando un idioma natural sufre la influencia de una lengua literaria.” (p. 311). Y su discípulo, Charles BALLY, que resulta ser tanto o más tajante que su maestro, dice:
Saussure: "¿qué es lo que hace de la lengua un sistema especial en el conjunto de los hechos semiológicos"
Como la lengua literaria vive en el pasado, es naturalmente arcaizante. Así, pues, no se puede confundir con la lengua usual; cuando ésta adopta algún giro de la lengua literaria, es para acentuar el contraste que las separa y para producir con eso un efecto gracioso o irónico (...) Pero, repitámoslo, no hablemos ya de analogías entre la lengua hablada y la lengua literaria: no existen. (Op. cit., p. 41. Cursiva mía).
Como la lengua literaria vive en el pasado, es naturalmente arcaizante. Así, pues, no se puede confundir con la lengua usual; cuando ésta adopta algún giro de la lengua literaria, es para acentuar el contraste que las separa y para producir con eso un efecto gracioso o irónico (...) Pero, repitámoslo, no hablemos ya de analogías entre la lengua hablada y la lengua literaria: no existen. (Op. cit., p. 41. Cursiva mía).
Vemos, pues, que en los albores de la lingüística como ciencia se vio que eran incompatibles los estudios unitarios de lengua y literatura. Hecha la observación, no nos será difícil advertir el juego subliminal de conceptos que ha hecho JAKOBSON, a partir de su famosa pregunta. Repitamos la cita completa:
¿Qué es lo que hace que un mensaje verbal sea una obra de arte? Toda vez que el objeto principal de la poética es la differentia specifica del arte verbal en relación con las demás artes y otros tipos de conducta verbal, la poética está en el derecho de ocupar un lugar preeminente en los estudios literarios. La poética se interesa por los problemas de la estructura verbal, del mismo modo que el análisis de la pintura se interesa por la estructura pictórica. Ya que la lingüística es la ciencia global de la estructura verbal, la poética puede considerarse como parte integrante de la lingüística.
Primero, le asigna a la poética la función específica de explicar lo que es la poesía, diferenciándola incluso –dice– “de otros tipos de conducta verbal”, y -por eso- continúa “elevándola” y le otorga todo el derecho de ser uno de los principales estudios literarios7; o sea que JAKOBSON, especialista en lingüística, se toma la atribución de darle “carta de ciudadanía” a la poética para que pase a formar parte de la ciencia de la literatura, auto-asignándose él mismo la función de ser un dispensador de canonjías. Es como si un especialista en literatura dijera: “pues bien, el formalismo de Jakobson ha hecho suficientes méritos para ‘ocupar un lugar preeminente en los estudios lingüísticos’.”
Pero no es tan simple el asunto. Porque, si se observa bien, no es tan cierto y definitivo -como dice JAKOBSON- que “La poética se interesa por los problemas de la estructura verbal”; puesto que si bien ésta, la “estructura verbal”, es el soporte, la poética o teoría literaria va más allá de ella; por ejemplo, Wiliam HENDRICKS dice que “la estructura de la narración es ‘independiente’ de los medios lingüísticos a través de los que se manifiesta”. [Y agrega] “Enunciado con más exactitud”:
La estructura narrativa subyacente se diferencia de la superficie textual en varios aspectos. Quizá el más importante sea la disparidad que existe entre las unidades de la estructura narrativa y las unidades sintácticas. Un determinado hecho del argumento se puede exponer en pocas oraciones, mientras que otro, de igual importancia estructural precisará de varios párrafos. Esto significa que la oración (constituyente de la superficie textual) no es una unidad de la estructura narrativa. (Op. cit., pp. 209-210).
No obstante, la ligereza de apreciación de JAKOBSON trató de ser justificada por él haciendo un paralelo entre ese supuesto interés esencial (¡teórico!) de la poética y el, también supuesto, interés del “análisis de la pintura, por la estructura pictórica.” Es decir, haciendo un paralelo entre dos disciplinas que no son comparables, porque el objeto de la poética es la explicación teórica8, mientras que el análisis literario (como el análisis pictórico) corresponde al terreno de la crítica. De tal manera, pues, que Jakobson no ha hecho el paralelo de la poética (teoría de la literatura) con su homóloga la ‘teoría de la pintura’ (llamada así porque no tiene, como el de poética para la literatura, un nombre especial) sino con la crítica de la pintura, pues es ésta la que se encarga del ‘análisis de la pintura’. “Si bien el crítico interpreta y valora -dice Juan ACHA-, ve y siente, conceptúa y goza la obra de arte al percibirla y analizarla, su tarea no es describir estas actividades ni dar sus resultados. Está obligado a interpretarla y valorarla, verla y sentirla, conceptuarla y gozarla.”9
La teoría de la pintura se interesa por explicar, definir, describir las leyes generales que rigen para la obra de arte pictórica, es decir, el mismo interés teórico que anima a la poética. Parafraseando la pregunta de JAKOBSON (¡y de Saussure!), habría que decir: ¿qué es lo que hace que un mensaje pictórico sea una obra de arte? O sea que la propuesta de Jakobson ha debido ser planteada así: ‘La poética o teoría de la literatura se interesa por los problemas artísticos más generales de la literatura, del mismo modo que la teoría de la pintura se interesa por los problemas artísticos más generales de la pintura’. Y, de esa manera, llegar a la siguiente conclusión: ya que la estética es la ciencia global de la problemática artística, entonces -así como la teoría de la pintura- la poética o teoría de la literatura puede considerarse como parte integrante de la estética; y no de la lingüística (como apresurada e interesadamente dijo JAKOBSON).
AL hacer que la poética se integre “como parte de la lingüística”, se genera un conflicto indeseable, es decir, que la poética se tenga que dividir en dos dimensiones para satisfacer tanto a la ciencia literaria como a la ciencia lingüística; pero, como esto es un absurdo epistemológico, JAKOBSON -sin decirlo expresamente- está proponiendo: o que la poética se reduzca sólo al dominio de la lingüística, o, si no, lo que -de manera subliminal- está intentando es que toda la ciencia de la literatura pase a ser parte de la lingüística, en tanto su “preeminente estudio” (el que busca la razón de ser de la poesía10) ya lo es; entonces, a los otros estudios (crítica e historia literarias) no les queda otra cosa que ir de remolque. Incluso, para evitarse problemas, JAKOBSON sugiere que se elimine el estudio de la crítica literaria. Esto se ve avanzando en la lectura del trabajo ya citado en que leemos lo siguiente:
Desgraciadamente, la confusión terminológica entre “estudios literarios” y “crítica” es una tentación para el estudioso de la literatura, para que substituya la descripción de los valores intrínsecos de una obra literaria por un fallo subjetivo, sancionador. La etiqueta “crítico literario” aplicada a un investigador de la literatura es tan errónea como lo sería la de “crítico gramático (o léxico)” aplicada a un lingüista. (Op. cit., p. 350).
Digamos, previamente, que aquí JAKOBSON incurre también en otro error, increíble, ya que no puede haber confusión entre “estudios literarios y crítica” ¡porque la crítica es uno de los estudios literarios! Entonces –no nos equivocábamos– él está restringiendo el nombre de “estudios literarios” al de poética, y por eso llama “investigador” sólo al teórico, y no al historiador o al crítico literario. Y este desorden de términos hace que los estudios literarios, conformados por la teoría, la crítica y la historia (cuyas funciones han sido bien delimitadas por sus respectivos investigadores sin que pueda haber confusión entre ellos), se vuelvan antagónicos. De otro lado, como ya lo sugerimos, es totalmente válido aplicar “la etiqueta de ‘crítico literario’ a un investigador de la literatura”, porque el crítico lo es tanto como el teórico o el historiador. Dicen WELLEK y WARREN: “Aristóteles era un teórico; Sainte-Beuve era un crítico. Kenneth Burke es teórico de la literatura, en tanto que R.P. Blackmur es crítico literario” (Op. cit. p. 49), y todos ellos eran investigadores en sus campos específicos dentro de los estudios literarios.
Es decir, JAKOBSON está separando la crítica literaria de la teoría literaria, o poética, como si fueran disciplinas antagónicas, cuando, siendo distintas, son complementarias; y lo hace porque él le atribuye a la crítica la tendencia a ‘fallar y sancionar subjetivamente’ sobre una obra literaria, mientras que, para él, lo que debe hacerse es sólo la descripción de los valores intrínsecos de una obra literaria, lo cual, en todo caso, le corresponde hacer a la teoría. ¿Pero cuáles son esos ‘valores intrínsecos’, para JAKOBSON, a cuya descripción debe limitarse el estudioso de la literatura? Son, única y exclusivamente, los “valores formales” (no se pierda de vista que, no en vano, JAKOBSON es uno de los máximos representantes del formalismo). Por eso, con justicia, René WELLEK -comentando el estudio crítico de Jakobson sobre el soneto “Los gatos”, de Baudelaire, dice:
Admiro la ingeniosidad con la que Roman Jakobson y Claude Lévi-Strauss [coautor del estudio] analizaron “Los gatos” de Baudelaire. Ellos han demostrado los paralelismos, correspondencias, reiteraciones y contrastes convenientemente, pero no acierto a ver que ellos hayan estudiado o pudieran haber estudiado nada sobre el valor estético del poema.11
Pero JAKOBSON ya había elaborado una tesis que lo hacía inmune a dicha crítica. El había dicho que: “Una poética científica no es posible sino a condición de que ella renuncie a toda apreciación” (Cit. por FERNÁNDEZ RETAMAR, Roberto, op. cit., p. 54). Y este autor acota lo siguiente:
Jakobson: "¿Qué es lo que hace que un mensaje verbal sea una obra de arte?"
Una ciencia literaria que dice renunciar a toda apreciación; un escritor irresponsable de las ideas y sentimientos expresados en su obra: tal oquedad es la contrapartida de la “literariedad” expuesta por Jakobson, la cual, a pesar de su alborotada pretensión de modernidad, no es sino un corolario tardío de la decimonónica teoría del “arte por el arte”. (Op. cit., p. 55).
No obstante, hay que recordar -con VOLEK- que, en un determinado momento de su historia (entre 1921-1925) “En los formalistas en Rusia aflora en este período el vínculo con la lingüística, porque ésta -debido a limitaciones históricas y a los fuertes residuos del psicologismo- quedaba rezagada tras las exigencias y necesidades de la nueva poética.” Y aún agrega VOLEK:
Así es revelador que los formalistas en Rusia abandonen la teoría del lenguaje poético, que blandían como bandera al comienzo de su campaña, y el cual, en la definición originaria, dejó de estar al día con el rápido desarrollo del método, y que a su vez se concentren en el llamado lenguaje del verso como un fenómeno mejor delimitado y captable dentro de las posibilidades de entonces. (Op. cit., p. 72).
Y hay teóricos posteriores que, no obstante estar admitiendo el planteamiento de JAKOBSON, honestamente precisan las diferencias que no deben negligirse; es el caso de Manfred BIERWISCH –citado por Lázaro Carreter– para quien “los objetos de la investigación poética son fenómenos verbales y, así, caen dentro del recinto de la lingüística”12, “si bien (agrega LÁZARO CARRETER) los métodos de ambas disciplinas, aunque corren paralelos, no se identifican. Según el gran lingüista alemán, la Poética trabaja en un campo y con unos objetivos propios, que serían [y vuelve a citar a Bierwisch] ‘las regularidades particulares que presentan los textos literarios y que determinan los efectos específicos de la poesía; en último término, la capacidad humana para producir estructuras poéticas y comprender su efecto, esto es, algo que puede llamarse competencia poética.’ Sin embargo -concluye LÁZARO CARRETER-, como en la competencia del autor y del lector intervienen factores que no son estrictamente idiomáticos, se desprende de las palabras de BIERWISCH que la Poética NO PUEDE SER SÓLO UNA PARCELA DE LA LINGÜÍSTICA.” (Ibidem).
Por la importancia del razonamiento de LÁZARO Carreter vamos a terminar de citarlo aquí: “Aparte el hecho de que posee [la Poética ] fines y métodos propios, está el muy relevante de que el mensaje literario se produce por manipulaciones típicas que lo convierten en un mensaje no fungible, con vocación de perpetuidad, a diferencia de los mensajes que son los objetos propios de la lingüística; y de que ampliar los intereses y los métodos de ésta hasta dar cabida a esos extraños objetos, no puede hacerse sin que la ciencia del lenguaje vea en peligro su identidad, su autonomía, tan penosamente alcanzadas. Ello no niega -por el contrario, en un claro distintivo de la Poética actual frente a los enfoques lingüísticos de lo literario que la han precedido- la necesidad de que, cuando se aplica al lenguaje artístico, lo haga apoyada en una definida teoría general del lenguaje.” (Op. cit., p. 15).
Queremos terminar estas precisiones en torno a las propuestas formalistas relacionadas con su intención de fusionar el estudio de un lenguaje autónomo, que es la literatura -y que tiene su propia ciencia-, con el objeto de estudio de la lingüística que es la lengua, y que también es autónoma, citando a Emil VOLEK:
Después de este breve análisis de las tesis jakobsianas podríamos terminar la discusión con la siguiente pregunta: ¿con qué derecho quiere la lingüística reglamentar la poética, si se propone abarcar y estudiar un material que se niega a ser lengua? La situación es embarazosa. (Op. cit., p. 71
1 VOLEK, Emil (1985). Metaestructuralismo. Madrid: Fundamentos, p. 49.
2 JAKOBSON, Roman (1985). Ensayos de lingüística general. México: Artemisa. p. 348 (negrita nuestra).
3 SAUSSURE, Ferdinand de (1959). Curso de lingüística general. Buenos Aires: Losada, p. 61.
4 “El hombre es parte de la naturaleza, y él también es naturaleza. Pero, al mismo tiempo, es un ser que en la naturaleza, y sobre la base de su dominio sobre la naturaleza, tanto la ‘exterior’ como la propia, crea una nueva realidad que no es reducible a la realidad natural.” KOSIC, Karel (1976). Dialéctica de lo concreto. México: Grijalbo, p. 142. (Cursiva del autor).
5 Por su parte los teóricos de la literatura tampoco se sienten muy cómodos con la inclusión de su objeto dentro de la filología. Por ejemplo, WELLEK y WARREN dicen que el término ‘filología’ “se presta a no pocas interpretaciones falsas. Históricamente se ha utilizado incluyendo en él no sólo todos los estudios literarios y lingüísticos, sino el estudio de todos los productos del espíritu humano.” (Op. cit., p. 47).
6 Saussure ha remitido a la página 311 y siguientes, para ver el tema de ‘lengua literaria y dialectos locales’. Pero es también en dicha página que precisa más el concepto de ‘lengua literaria’. Dice: “Entendemos por ‘lengua literaria’ no solamente la lengua de la literatura, sino, en un sentido más general, toda especie de lengua culta, oficial o no, al servicio de la comunidad entera.” p. 312.
7 Los otros estudios literarios son: la crítica y la historia literarias. Cf. WELLEK, René y WARREN, Austin (1969). Teoría literaria. Madrid: Gredos, Ver Capítulo IV.
8 La teoría literaria -según WELLEK Y WARREN- se encarga de estudiar “los principios de la literatura, sus categorías, criterios, etc.” La poética comprende inclusive la “teoría de la crítica literaria” y la “teoría de la historia literaria”. Op. cit., pp. 48-49.
9 ACHA, Juan (1992). Crítica del arte. México: Trillas, pp. 62-63.
10 Recordemos que todos los estudiosos de la literatura han convenido en considerar al término ‘poética’ como sinónimo de Ciencia de la literatura, Teoría literaria o Ciencia literaria (expresiones, éstas, dentro de los cuales se incluye a los otros estudios ya aludidos: crítica e historia literarias).
11 WELLEK, René, “Stylistics, Poetics an Criticism”, en: Discrimination. Citado por FERNÁNDEZ RETAMAR, Roberto (1984). Para una teoría de la literatura hispanoamericana. La Habana : Editorial Pueblo y Educación, p. 31.
12 Cit. por LAZARO CARRETER, Fernando (1986). Estudios de poética. Madrid: Taurus, p.14.
pa.globedia.com/perfil/julio-carmona/antiguas/ - Panamá
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